Nos comentaban en un seminario recientemente que es imposible motivar a las personas. Que uno solo puede ayudar a generar las condiciones necesarias para que una persona se motive, pero que al final es esa misma persona la que tiene que estar dispuesta a motivarse a sí misma. Sin esa actitud y disposición auto-motivante, el ser humano está destinado al estancamiento y la mediocridad.
Para crecer, una sociedad necesita. Individuos motivados y ambiciosos, dispuestos a empujar los limites que les presenta su realidad. Individuos que a través de su pasión y esfuerzo, no solo crean aquello que anteriormente no existía, sino también abren el camino e inspiran al resto de la sociedad a seguirlos.
Falla el sistema educativo, a todo nivel, al no fomentar esta perspectiva de vida y del mundo a nuestro alrededor. Nuestras escuelas y universidades generan cantidades de jóvenes con la expectativa que por el hecho ce haber sacado un título el mundo les debe la vida que ellos esperan.
Por el contrario, lo que necesitamos como sociedad es de jóvenes curiosos, apasionados y ambiciosos de conocer, hacer y crear.
Los jóvenes construirán el futuro. Qué construyan depende de como sean educados.