Un estado que deja de cumplir sus obligaciones fundamentales hacia la ciudadanía pierde su legitimidad y autoridad moral.
“70% de los negocios pagan extorsiones.” Con este titular recibí hoy el correo de El Mundo con un artículo sobre el impacto de las extorsiones sobre las pequeñas empresas y comerciantes en el país. (http://bit.ly/1aIiLND) Otras cifras que me impactaron mencionan que 10% de los negocios extorsionados cierran y que 80% de negocios informales también son víctimas de este crimen.
Si bien como sociedad podemos tener diferencias ideológicas respecto a la amplitud del margen de acción que el Estado deba tener, creo que pudiéramos estar de acuerdo que al centro de las funciones fundamentales que debe cumplir el Estado ante la ciudadanía están la protección de la vida, la propiedad y la libertad de las personas. Estas protecciones, como derechos fundamentales de los seres humanos, deben ser el primer enfoque que cualquier plataforma de gobierno tenga, y cumplirlas su misión principal.
En nuestro país, la concepción de gobernar pareciera estar de cabeza. Contamos con un gobierno y con una serie de candidatos presidenciales que por igual están más enfocados en eslóganes y promesas electorales que en cumplirle a la ciudadanía lo que como gobernantes, o posibles gobernantes en el caso de los candidatos, le deben a cada persona. Tenemos que estar claros, si el Estado deja de cumplir sus obligaciones fundamentales hacia la ciudadanía, pierde su legitimidad y autoridad moral para gobernar. Esto incluye la autoridad moral para utilizar los fondos que son extraídos de la ciudadanía en concepto de impuestos.
Si el dinero que el gobierno cobra a la ciudadanía por sus “servicios” en concepto de impuestos está siendo utilizado de tal forma que no se dirige efectivamente al cumplimiento de los deberes del Estado a la ciudadanía, sino a otros propósitos, como enriquecimientos y beneficios ilícitos o proyectos con fines electorales, ese cobro de impuestos se vuelve un acto igual de inmoral, ilegitimo y criminal como las extorsiones que cobran las maras. A mí me queda bien claro que el enfoque de nuestros gobernantes y los pretendientes a gobernar está muy alejado del cumplimiento de las obligaciones fundamentales del Estado, y por lo tanto se ha perdido la legitimidad de tal.
Necesitamos un brusco giro de timón en la forma en que se gobierna nuestro país. Más allá de ideologías políticas, es un tema de la concepción del gobernar. Cómo se gobierna, para quién y con qué propósitos. Hemos perdido de vista las respuestas correctas a esto entre las fantasías de las campañas políticas y la propaganda gubernamental. Necesitamos urgentemente un relevo intelectual en nuestras instituciones políticas para poder recuperar una visión correcta y empezar a encaminar nuevamente a nuestro país hacia una vía de justicia y desarrollo.