No seamos vacas en desfile

Se acercan las elecciones, y nuestros instintos primitivos de manada salen a relucir. Quebremos con estos vestigios de nuestra evolución y demostremos ser individuos críticos, independientes y capaces de distinguir los trucos baratos de los shows electorales.

Los tiempos electorales son cuando más claramente demostramos nuestro temor a nadar contracorriente. Sentimos la presión de alinearnos, ya sea ante un bando u otro. Muchas veces sentimos que no nos queda de otra que decir “ni modo, o es con este o estamos fregados. Así que vengan los chalecos y los pompones, que hay que cachiporrear.”

Está en nuestra naturaleza querer encajar en un grupo y temer quedar aislado. Sentimos euforia cuando pertenecemos al grupo ganador, y buscamos ser parte de él siempre que podemos. Nos desagrada llevarle la contraria a aquellos en nuestro entorno, pues no queremos ser juzgados como “un bicho raro” o un “indeseable” dentro de nuestros círculos sociales.

A los políticos les encanta esto de nuestra naturaleza. Y por alguna razón, sea herencia de nuestra historia colonial o de los tiempos de dictadura militar, en nuestra cultura se expresa mucho más que en otras. Es así como elección tras elección los mismos políticos, con los mismos vicios y las mismas mañas, nos vuelven a sacar a desfilar, con pompones en mano y completamente decorados. “La próxima tendremos mejores candidatos” se escucha que varios comentan, “pero por ahora ya están las cartas en la mesa, y no hay de otra que apoyar.”

¿Será verdad que no tenemos de otra? ¿Qué nuestra única opción es caer en línea, seguir las directrices, callarse la boca, y esperar ese futuro en el cual nos dicen podremos decidir nosotros las cosas? ¿Tenemos que aceptar en silencio los errores y abuses de los cuales tenemos plena conciencia, pero que fuera pecado hacer públicos? No hay nada que me encachimbe más que esa frase de los trapos sucios se lavan en casa. No es más que presión de grupo y extorsión emocional.

Sí tenemos opción. No solo tenemos la opción, sino el deber de hacerlo. No nos dejemos engañar más. Si seguimos aceptando sumisamente los errores de otros, solo permitiremos que esos errores se esparzan y multipliquen. ¿No es nuestra situación actual muestra suficiente de eso? Nos encanta quejarnos en nuestros círculos cerrados de las canteadas que se comenten, pero ante el mundo, el chaleco bien puesto y una sonrisa en cara. ¿Cuánto tiempo seguiremos así?

Me encanta una frase de Dagoberto Gutierrez: El ser humano es el único animal subversivo, pues es el único animal que trata de cambiar su realidad. Entonces comportémonos más como seres humanos y menos como vacas. Cambiar nuestra realidad empieza por aceptar los cánceres de los cuales sufre, y aceptarlos públicamente.

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