La situación que hemos enfrentado posterior a las elecciones de este 1ro de marzo ciertamente ha sido una dura prueba para nuestra democracia, pero es a la vez una enorme oportunidad para nuestro país. De coyunturas críticas como la actual surgen disyuntivas que marcan caminos claros para las naciones, y esta situación no deja de ser una de ellas. Según como respondamos todos, tanto los actores políticos como la ciudadanía, dependerá si evidenciamos un retroceso democrático o, por el contrario, un fortalecimiento institucional.
Lo que no se puede negar es que el proceso electoral estuvo plagado de errores, falta de preparación y, francamente, amplia ineptitud. Pero lo que también debemos aceptar, es que ante tan serios problemas como han surgido, muchos actores políticos han mostrado una mayor madurez política de la que se podría haber visto en el pasado.
Desde las tempranas horas de la madrugada del lunes 2 de marzo, las tensiones y nerviosismos que empezaron a surgir por el colapso del sistema de divulgación del TSE nos pudieron haber llevado a una situación mucho más crítica. Pero la realidad es que las tensiones no se convirtieron en acusaciones agresivas y en una deslegitimación del proceso, sino en proactividad por parte de varios partidos políticos.
Fueron algunos partidos políticos los que, ante el silencio y falta de transparencia del TSE, se volvieron los voceros del proceso. Fueron ellos quienes buscaron abrirles las puertas a los medios de comunicación cuando el TSE intento excluirlos, inclusive con el uso de la fuerza. Fue así que la ciudadanía pudo mantener cierta confianza en el proceso electoral, mostrando esa increíble paciencia a la que hizo referencia la embajadora de EEUU en el país.
Cuando las instituciones fallan, los actores políticos y sociales deben mostrar prudencia y voluntad. Solo así se reconstruye la capacidad institucional y la confianza ciudadana. Pero esta no es obra unilateral. Depende de la capacidad de construir visiones compartidas y trabajar juntos para solventar las situaciones. Es así que vemos hoy como se ha construido un consenso entre diversos sectores sobre la necesidad de establecer un mecanismo para esclarecer la voluntad popular en el caso de aquellas actas con claras inconsistencias.
El escrutinio definitivo finalizará pronto. Para recuperar la confianza ciudadana en el proceso electoral y en la institucionalidad democrática es necesario que todos los actores den muestra de madurez y voluntad política. Los partidos políticos deben respetar y respaldar los resultados. El TSE debe permitir la apertura de las urnas en los casos de claras inconsistencias en las actas bajo reglas claras y transparentes para confirmar la voluntad popular expresada en las urnas, los observadores nacionales e internacionales deben ser sensatos en sus apreciaciones sobre los serios problemas que enfrentamos en este proceso electoral pero también evaluar los mecanismos que se desarrollaron para rescatar su credibilidad, y el resto de autoridades relevantes, como la FGR y la Sala de lo Constitucional, deben resolver pronto cualquier denuncia o demanda que se les presente con irregularidades o problemas en el proceso.
Si se logran estos pasos, nuestra nación saldrá de esta crisis electoral fortalecida, con una institucionalidad democrática más sólida, y lecciones muy importantes para los futuros eventos electorales. Posterior a este proceso se deberá realizar un diagnóstico serio que permita adjudicar responsabilidades y promover las reformas electorales necesarias. Entre tanto, lo más importante es asegurar el éxito del proceso electoral defendiendo la voluntad popular.