Hay mucho que nos debe indignar. Hay mucho que debemos reclamar. No podemos aceptar una realidad causa de tanto sufrimiento humano. Cada uno de nosotros debe asumir la responsabilidad de convertirse en agente de cambio. Pero el odio y la confrontación nunca podrán salvarnos de la angustia de la realidad que vivimos. Nunca podrán ser catalizadores de los cambios que necesitamos. No serán fuente de la esperanza que necesitan nuestras almas.
La gran pregunta siempre ha sido ¿cómo? Atacar, acusar, señalar, siempre han sido la respuesta fácil. Pero cuando promovemos el odio como agente de cambio, terminamos manchando nuestras propias almas y perdiendo nuestro rumbo.
La esperanza es la fuerza más poderosa que existe en nuestro mundo. La esperanza puede darle forma a la voluntad humana, puede reunir a las personas alrededor de un mismo propósito, puede inspirarnos a luchar por una causa y construir una alternativa a la realidad que vivimos.
Pero la esperanza no emana espontáneamente de la desesperación. Exacerbando el conflicto solo generaremos más cinismo. Recurriendo al resentimiento solo promoveremos más sufrimiento. El mundo se nutrirá de lo que lo alimentemos, y de ello nacerá el futuro. Si queremos lo mejor del futuro, debemos dar lo mejor de nosotros hoy, no señalar lo peor de otros.
Cada uno de nosotros puede ser fuente de inspiración o de conflicto. La decisión es nuestra. La responsabilidad es nuestra. Solo dando lo mejor de nosotros, buscando la excelencia en lo que nos apasiona, decidiendo vivir al máximo el propósito que nos inspira, lograremos ser fue de inspiración a otros, y así empezar a sembrar la esperanza que tanto hace falta dentro de nuestra comunidad.
Primero debemos explorar dentro de nosotros mismos. Buscar entender lo que nos mueve, lo que verdaderamente nos apasiona y nos llena. Esa fuente de energía que puede alimentar nuestras almas y empujarnos a lograr grandes cosas. Esa debe ser nuestra misión, y nuestra contribución a la comunidad que nos rodea y que hoy tanto sufre. Trascender el odio y el conflicto, y llenar ese espacio con inspiración, pasión y convicción.