¿Responsabilidad de quién es el progreso de la nación?

Cuáles son las raíces del desarrollo? ¿Qué necesita un país para progresar? Para estas dos preguntas parecieran haber mil respuestas. Cada tinte político tiene su fórmula, cada candidato su solución, pero claro está, de “soluciones” a solucionarlo hay mucho terreno que recorrer. Y entre tanto, los ciudadanos nos quedamos esperando, con la esperanza que el siguiente candidato, presidente, alcalde o diputado sea mejor, más decente y más efectivo que el anterior.

Hablemos de fórmulas. Claro está que para progresar necesitamos un sistema institucional sólido, que proteja el Estado de Derecho. Se necesita seguridad jurídica, protección a los derechos individuales, apertura comercial y social. Se necesita seguridad, educación y salud. Se necesita infraestructura moderna y un sistema eficientes de transporte. También es importante amplió acceso a crédito, una moneda estable y un sistema bancario sólido. Es necesario contar con un tejido social y productivo robusto e incluyente. En fin, son muchos los elementos que describen a una sociedad moderna y pujante.

El problema es por dónde empezar. No sé ustedes, pero yo por mi parte, he perdido completa fe en los políticos y sus promesas. Es más, no solo considero a los políticos incapaces de solucionar los problemas que evitan que nuestra sociedad avance, sino más aun, veo a todo el sistema político como una de las más grandes barreras al desarrollo. Lastimosamente los incentivos que genera el sistema político generan gobernantes cuyos intereses son contrarios a aquellos de la población.

La realidad es que los incentivos de los puestos políticos están dirigidos hacia ganar elecciones, mantener sus puestos, ganar adeptos, comprar voluntades, y en muchos y muy sonados casos, enriquecerse a sí mismos y a sus allegados. Esto no significa que no hay políticos decentes, solamente que los que entran con buenas intenciones les toca nadar contracorriente y les ha sido prácticamente imposible cambiar la cultura política que sufrimos todos.

¿Pero entonces, si desde la política no está la solución al problema, dónde sí está? Lo peor que podemos hacer es resignarnos a que estamos jodidos y que no hay de otra más que tragarnos la realidad que vivimos. Hay que ser realistas, pero nunca derrotistas. Hay algo a lo que sí responden los políticos, y es a la presión electoral. Pero la verdad  es que las decisiones del electorado son las que nos han llevado a tener los políticos que tenemos, por lo que caemos en un argumento circular  sin salida. ¿Y entonces? ¿Cómo logramos hacer ver al electorado el error que están cometiendo?

El problema de fondo es cultural. La misma dinámica política, el populismo y clientelismo que ha primado sobre los procesos políticos, a través de todo el espectro político, ha formado una cultura llena de vicios. Nuestros “líderes” han formado masas de votantes esperando más de lo que solo ellos pueden ofrecer (pero nunca cumplir). Es como una droga, una ciudadanía adicta a la novela interminable en que se ha convertido la realidad nacional. Ese falso liderazgo es exactamente el que debemos quebrar para poder iniciar un camino de reconstrucción cultural que deje de promover los antivalores de la política actual, y en su lugar incentive valores como la innovación, la creatividad,  el optimismo, el esfuerzo, la empatía, la apertura, la tolerancia, el conocimiento, entre muchos otros.

Este cambio solo se puede dar a través del liderazgo y el esfuerzo de cada uno de nosotros. En mi próximo artículo profundizaré sobre cómo podemos, desde nuestro propio liderazgo, iniciar este cambio cultural.

7 Respuestas a “¿Responsabilidad de quién es el progreso de la nación?

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  2. Me parece muy bien su análisis y su forma de ver las cosas, sin embargo creo que hay un obstáculo inicial que hay que superar antes de buscar soluciones, ya que en pocas palabras el progreso de la nación es responsabilidad de todos y si no empujamos todos en la misma dirección el país no avanza. Este obstáculo es el nivel de polarización, todas las sociedades tienen cierto grado de polarización política y regularmente funciona a favor de las mismas creando sistemas de pesos y contrapesos, sin embargo en nuestro caso los niveles de polarización han llegado a tal grado que nubla la razón de ambos extremos y se vuelve mas importante «vencer al enemigo» a cualquier costo que tratar de trabajar en conjunto con el. Por eso se requieren líderes visionarios en ambos bandos que empiecen a enfriar el ambiente que de manera irresponsable fue calentado por el Presidente Funes.

    • Muy de acuerdo. Tenemos que trascender las visiones partidarias del asunto. Los partidos políticos son solamente vehículos, no son paladines de la verdad. Tenemos que poder analizar los problemas de forma objetiva y tener discusiones y debates sensatos sobre los problemas que enfrentamos y las soluciones que consideramos adecuadas. Nadie es dueño de la verdad, y todos podemos educarnos más, entendiendo las necesidades y los problemas de otros, y tratando de buscar soluciones intelectualmente honestas para ellos.

      Gracias por el comentarios.
      Saludos!

  3. Buenas tardes.
    Estoy realmente de acuerdo con esta columna. Creo que el país necesita URGENTEMENTE gente capaz de ver la realidad. Dejarse llevar por partidos no es la clave más sí pienso que la ideología política es estrictamente necesaria para la toma de decisiones y para el quehacer político tan criticado siempre.
    Durante algún tiempo participe en política partidaria y escuchaba «las cosas solo se cambian desde adentro» y como militante no preste críticas a eso. Pero me detuve a pensar sobre qué hace una persona en un partido político y como escuchaba hay que tener «metas políticas» pero el problema es que las metas políticas no son más que ser un funcionario y tener un cargo porque todos aseguran que desde ahí es como se cambian las cosas.
    Sin embargo, ahora desde afuera como los «no políticos» desde donde percibo la vida «política» ahora considero que no es así y el error más grande es prestarnos para seguir en la misma línea de esperar para recibir cuando el quehacer político está vinculado a dar sin esperar.
    Yo pienso que lo primero es tomar acciones cada uno. Por ejemplo a dejar de ver la política para afuera y ser parte de. No creo que la política sea para unos pocos, pienso que la política es para todos. Y que por ende todos tenemos la obligación y compromiso de asumir nuestros roles. Si no fuéramos importantes en la vida política (tal y como lo menciona la columna) no votaríamos pero la política surge por y para la sociedad.
    Espero no tardemos mucho y comprender lo que sucede y que cada vez nos sumemos más al compromiso de cambiar nuestra realidad, creando la política y la realidad en la que creemos.
    Saludos

    Sandra Cárcamo

    • Estoy completamente de acuerdo contigo Sandra. No hay nada más frustrante que cuando se apela a la «consideración política» para justificar una desviación de los principios que nos deberían guiar. Ese es el problema de buscar el poder por el poder mismo, no hay ningún principio que se vuelva barrera a las pretensiones del poder. Por el contrario, lo que tenemos que tener claro es lo que queremos construir. Cómo creemos que el mundo fuera un mejor lugar y que podemos hacer para ayudar a construirlo desde adonde estemos.

      A meterme a escribir mi siguiente artículo exactamente sobre ese tema estoy ahorita.

      Muchísimas gracias por tu comentario.

      Saludos!

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